Lo recuerdo perfectamente. Cada minuto y cada segundo que transcurrió desde ese momento. Puedo verlo con absoluta claridad.
Recuerdo uno de esos minutos. Había silencio, pero había movimiento. Nuestras siluetas comenzaron a moverse suavemente, como si nuestro contacto estuviera ya escrito. Uno se adelantó, y todo comenzó.
Una esencia misteriosa pero exquisita fue inevitable. Fue tan dulce. Aún me provoca ternura. El tiempo siguió su curso. Nosotros también.
Cortas distancias fueron suficientes para que la ternura se propagara y mi espíritu se enterneciera ante ella. No había nada que pudiera hacer... ni quería hacerlo tampoco. Era perfecto. Nunca había anhelado tanto un momento como éste. Los segundos nos invitaron a acercarnos, y a nuestras manos también. Ellas obedecieron.
El viento, los árboles, el vasto océano y hasta el sol del atardecer fueron testigos. Se podía sentir en el aire.
A menudo pienso en esto. ¡Y me encanta!
El día sigue cantando su antigua y eterna canción. Si tan sólo esta pieza durara un poco más.
El ocaso no tardó en saludar. El sol muy despacio inició su despedida, pero al igual que yo, se iba con una sonrisa.
Mariposas y nervios venían a mi mente. A mis manos también. El retorno es lento, pero hermoso. Sus manos y las mías. ¡Qué sonido mas armonioso!
Sus ojos, sin saber porqué, brillaron. Los míos también. Su sonrisa y su alegría iluminaron el recinto. Me iluminaron a mi.
La luna está frente a nosotros, y en algún lugar dentro de mi el sol ha comenzado a salir.
4 meses
2 months ago
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