Knock! Knock!¿Eres tú?
Días atrás, tome un acarreado cuaderno lleno de imágenes y palabras con profundos sentimientos. Vi cada una de esas palabras, incluso algunas fechas. Una de ellas realmente me marcó. Momentos después, y con sentimientos encontrados, lo devolví sin notarlo.
Mi mente volaba. No podía creer que estaba sucediendo.
Pasados unos minutos, una agradable conversación siguió. Mi mente seguía flotando. Las piezas comenzaban a encajar en ese enredado rompecabezas, pero no entendía porqué se estaba armando de esa forma.
Las fotos, palabras y sentimientos se siguieron acumulando. Una tras otra, se iban comentando y almacenando en este lugar especial.
La noche relució y las estrellas no quedaron fuera del espectáculo. Un par de miradas; un par de palabras. El silencio marcó la noche.
Finalmente, el momento había llegado. Las lágrimas y la nostalgia no se hicieron esperar. No todos permitieron que cayeran, pero por dentro, todos sentíamos como fluían.
Al pasar de las horas, el mejor momento del día se podía vislumbrar. ¡Cuánta paz y tranquilidad anidan estos hermosos muros!
Aquí está el secreto. La tierna inocencia de ese instante, con la mente llena de pensamientos, futuros quehaceres, incertidumbre y sentimientos encontrados no daban cabida a la paz que tanto anhelaba. Muchas dudas rondaban por mi mente en aquel instante. La blancura y la pureza seguían allí, pero no lograban entrar en mi para calmar mis pensamientos, hasta que aquella respuesta susurró. No se pidió, ni tampoco fue pronunciada palabra alguna como sugerencia, mas a través de la apacibilidad del lugar se habló tan fuerte y claro, que indudablemente pude resistirme. Esa era mi respuesta, era mi paz, era mi calma. Sentí como me Entregaba indicaciones. Era todo tan claro.
Después de que el cielo se hubo aclarado, otras preguntas se asentaron en mi mente: ¿Por qué ahí? ¿Por qué esa respuesta? ¿Por qué yo? Simplemente... ¿por qué?
¿Dónde estás ahora en mis dudas? ¿Dónde yacen mis pensamientos? ¿Dónde estás?
Tanta paz, tanta nobleza. Tantas cosas que decir, tanto por hacer. Tantos planes, tantas miradas que abrazar.
La sutil distancia no logró apagar esa sonriente y reconfortante luz.
¿Qué he de hacer para mantener esta paz y hacerla durar hasta que el sol vuelva a sonreír? ¿Qué haré para alcanzar el medio día y lograr que ilumines mi alma, tal como lo hiciste días atrás? ¿Cómo mantener tu luz? ¿Cuánto irá a durar? Solo hay una respuesta.
Oh, dulce mañana! ¿Por qué tardas tanto?
Oh, paz, ¿por qué te alarmas y te marchas al oír su nombre?
Después de pasar muchas horas de soledad pensando sobre temas eternos, he vuelvo al origen de mi paz. Sigue estando tan fuerte como en el momento en que nació.
Sigue siendo esa fuente, una inagotable recurso de tranquilidad, y como consecuencia de ello... sigues estando en mi mente.**
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