La noche cae, las nubes adornan tiernamente el cielo y el viento me acaricia con una suave voz de calma. El escenario es perfecto. Esas flores, esa dulce esencia que logra abrazarme y abandonar de mí el frío de la noche. Observo detenidamente esa pequeña luz en la lejanía que me guiña y me habla con un disimulado silencio que me convence apreciar una vez mas. Me dirijo hacia ese espacioso y acomodado campo. Me recuesto sobre el húmedo césped, y miro fijamente las estrellas. ¡Qué belleza y qué recuerdos me traen esa diminutas lucecitas!.
De un momento a otro, mi mente se duerme y se transporta. Abro los ojos y el lugar me es familiar, algo así como un deja vú. Miro a mi lado, y ahí estás tú, tan bella como siempre. Con los ojos cerrados y una ternura inextinguible. Todo un ángel. Te observo como apreciando un milagro. ¡Qué dulce es la vida cuando canta así!.
Luego de unos momentos, noto agitada mi respiración. Volteo y mi ángel sigue a mi lado, pero sus ojos han despertado. Me contemplan y mis latidos aumentan con cada segundo que pasa.
Me levantas y me abrazas fuertemente. Me miras a los ojos y delicadamente me dices al oído: "jamás olvidarás estos momentos de magia, cuando compartimos el alma a flor de piel". Mi vellos se erizan, pero mi corazón se canta de alegría.
Después de unos minutos, el cielo se obscurece nuevamente, la estrella mimada me vuelve a sonreír y como por arte de magia, al abrir mis ojos me encuentro en mi cuarto. Luego, miro al costado y me doy cuenta de que no había sido sólo un sueño. Mi ángel estaba ahí. Eras tú. Siempre fuiste tú.
1 comment:
"jamás olvidarás estos momentos de magia, cuando compartimos el alma a flor de piel".
Esa frase me es familiar...
Saludos tito/late
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