Durante estos últimos días mi mente se ha logrado tranquilizar. Ha dejado de torturarme; de crear escenarios y de hacerme creer que son posibles, aún conociendo tu naturaleza.
Siempre pensé que el saber estar solo era una gran ventaja que tenía, pero hoy me doy cuenta que es lo más peligroso que estoy enfrentando. Hoy comenté que me sentía cada vez más desnudo. Es cierto que no son mis cosas las que se están yendo, pero durante años fueron parte de mi y hoy me son "arrebatadas". Siento que un pedazo de mi corazón se va con ellos, por muy insignificante que sea. Desde que llegó supe que ese "algo" estaba ahí y, aunque lo pude haber ignorado con el tiempo, el verlo irse se me hace muy difícil, pensando en la situación que se vive.
Ya ha pasado más de un mes desde que esa última maleta se alejó de mi pórtico para no volver a ingresar. He tenido altos y bajos durante todo este tiempo. Debo confesar que, en mi momento más bajo mis acciones no fueron para nada envidiables ni correctas y me duele saber que ocurrieron. Son de esas situaciones en las que desearía poder retroceder en el tiempo, calmar mi mente y no cometer esos errores. Ese momento me marcó tanto, que me prometí a mi mismo jamás volver a realizar tales acciones. Creo que, aunque me lograras perdonar y algunas cosas pudieran mejorar, esta espina seguiría clavada con fuerza dentro de mi corazón por un buen tiempo. Espero tener la fuerza, el amor y la delicadeza de poder permitir que esa espina salga, luego de haberme convertido en alguien mejor de lo que era en ese momento. Aunque, a veces pienso que no debe salir y que debe convertirse en ese recordatorio doloroso y constante de que hay cosas que no puedo olvidar. Deseo con toda la fuerza y amor que hay en mi corazón, que puedas creer mis palabras y puedas ayudarme a sanar esta herida.
Ayer, durante la celebración del cumpleaños de nuestra pequeña, te buscaba solamente para lograr tener algo de tu atención, deseaba tener tan solo dos minutos para mirarte a los ojos y que pudieras ver mi corazón a través de ellos, pero todo fue casi como en la conferencia a la que fuimos, hace más de 10 años: evasión. Me sentí vulnerable; me sentía sin fuerzas y lleno de incertidumbre. Mis miedos más profundos salieron a flote y se me hizo difícil poder dominarlos en medio de esta celebración. A ratos me alejaba de todo y de todos para aislar mis pensamientos y decirles que se marcharan, que no me pertenecen y que no hay espacio para ellos aquí. En esos solitarios momentos, solo anhelaba que pudieras pasar por esa puerta abierta, que dijeras que me estabas buscando y que, al verme, te acercaras para darme un abrazo de consuelo, tal como lo has hecho otras veces, pero ese escenario solo se dibujó en mi imaginación. No quería que vieran mi estado, menos nuestra chiquitita. Después de un par de horas, mi mente meditó en estas cosas y logré apartar algunos de estos pensamientos. A ratos te miraba y veía a otra persona, no eras la misma a quien veía por aquellos días, pero anhelaba poder verla a través de tus ojos. Sé que sigues ahí. Has cambiado, pero eso no te hace peor de aquella versión tuya. Oh, si tan solo pudieras ver en mi interior, si tan solo algo de lo que vieras allí lograra estremecer tu corazón y vieras que no miento cuando te digo que intento ser diferente, pero mejorado.
Meditando en mis pensamientos, me di cuenta de que mis miedos no eran solo eso, sino que eran una incertidumbre al no saber en qué tiempo se harían realidad. Mi pecho intenta resistir este dolor pero, aunque te mienta diciendo que estoy mejor e intente creerlo yo mismo durante varios días dándole Frente, en realidad sigo siendo ese mismo niño, que durante mucho tiempo estuvo sentado en aquel rincón, siendo invisible para todos, creyendo que nadie vendría a mi rescate y demostrarme que habían cosas buenas; que si hay personas que se preocupan y que podría ser amado de una forma tan pura como lo fui por estos 10 años. Hoy, miro a mi alrededor y veo como pasa la gente. Veo a viejos amigos que se saludan entre sí, pero pareciera que no soy lo suficiente como para que volteen la mirada y me noten. Veo a mis seres queridos que toman caminos paralelos al mío, pero no hay desvíos hacia mi morada. Entre toda esa gente, logro divisarte. Ahí estás, con tu polera rayada de franjas blancas y celestes, con tu pelo tomado; llevando lentes y tu teléfono en mano jugando "CodyCross". Te veo con tus zapatillas negras, con esa hermosa sonrisa que nunca dejó de iluminarme y un enorme corazón lleno de esperanzas, de sentimientos puros e inocentes. A ratos, volteas y me saludas, pero ese abrazo nunca llega. Si tan solo vieras lo que veo; si tan solo sintieras lo que siento. Si tan solo pudieras mirarme fijamente por unos minutos y pudieras darme la paz que necesito en estos momentos. Si tan solo pudieras voltear, verme, venir y decirme que no soy invisible, que sí me ves y que sí estás ahí. Si tan solo hubiera hablado y me hubiera movido ese día. Si tan solo en ese día hubiera hablado... si tan solo en ese día hubiera hablado... si tan solo en ese día hubiera hablado...
Hoy, a diferencia de muchos días, la soledad ya no es una fortaleza. Mis acompañantes actuales no se los doy a nadie; duelen y hacen daño. Siento que mejoro, pero mi corazón anestesiado me sigue diciendo que está lleno y que no ha menguado. Cada noche, al irme a dormir, mis manos se acercan a tu almohada, pero aún no logro engañarlos para que la paz llegue a ellos. Después de tantos días, ni siquiera logro poder recostarme en tu lado. Creo que quiero dejarlo intacto, pensando en que, en algún momento, entraras por la puerta, te sacarás las zapatillas y te recostarás ahí, al lado mío. Qué ingenuo soy... aún así, seguirá aguardando tu llegada.
Hoy vivo mi mayor miedo. Hoy vivo mi mayor dolor. No lo deseo.. no lo aguanto.
No comments:
Post a Comment