Thursday, February 27, 2025

Meditaciones de un padre

     He estado pensando hace tiempo qué decirte en este día. Sé que no leerás esto a menos que alguien lo haga pero, aunque tome un tiempo, estará aquí como registro.

     Siempre me hice a la idea de tenerte. A menudo meditaba en ese complejo y noble pensamiento y resulta que sólo estaba pensando en ti, solo que aún no había rostro visible. 

     El día en que te dejaron visitarnos no tuve la oportunidad de verte. Aun no entiendo el motivo. Quizá no era necesario; quizá no era el momento; quizá todo iba a ser diferente para mí o quizá no; quizá sólo lo necesitaba tu linda madre, no lo sé. Posiblemente jamás lo pueda comprender. Pero de que cambió la vida de tu madre y la mía, las cambió.

     La ansiedad de hacer realidad esta idea consumía mis pensamientos continuamente. Desde el momento en que te sentí en la pancita de tu mamá mi corazón aprendió lo que es latir; mi mente aprendió lo que significa preocuparse y mis prioridades cambiaron.

     Hija mía, ya han pasado unos días y no puedo evitar sentir un hermoso y fuerte palpitar en mi corazón al sostener tu pequeña y delicada cabecita entre mis nerviosas manos. Mi sueño se ha cumplido y es completa y hermosamente tangible. Eres todo lo que jamás pude haber pedido y mucho más. No existen palabras que puedan expresar todo el amor que mi corazón siente por ti. 

     En una oportunidad, mi hermano sabiamente me dijo algo que siempre creí, pero nunca había verbalizado de una forma tan simple: "A medida que vaya creciendo te irás emocionando y apreciando por cada pequeño logro. Es hermoso." Jamás dudé de sus proféticas palabras y hoy atesoro cada mínimo progreso como si fuera la hazaña más importante jamás lograda.

     Adoro verte crecer y ser partícipe de esos invaluables instantes pero, también me causan temor. Me siento vulnerable y débil: ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Seré capaz de hacerlo mejor? ¿Podré ayudarte cuando dejes de ser una niña pequeña? Espero estar siempre a tu lado para cuando deba responder estas interrogantes y estar a la altura de las circunstancias.

     Amo ver cómo aprendes cosas nuevas cada día, como te ríes; cómo comprendes las cosas simples de la vida y las disfrutas; cómo me enseñas a ser una mejor persona, aunque a veces, sin darte cuenta, escojas la manera más difícil que puedas encontrar. Pese a todo, a veces llega el inevitable e intrusivo pensamiento de que, en algún momento, yo no estaré para ti o estaré donde no me podrás seguir y eso me atormenta. 

     Hoy, pese a que han pasado años desde que empecé a escribir estas palabras, te encuentras en la edad en la que sigues siendo una niña lo suficientemente pequeña como para tomarte de la mano para cruzar la calle y, a su vez, tienes la edad suficiente para tener gustos propios, de querer algo y luchar por ello. 

     Al momento de continuar este mensaje, habiendo pasado ya varios años, te hallabas delicada de salud y, pese a tener el sentimiento de que te mejorarías y de que todo saldría bien, verte tan indefensa me hizo temblar y que mis entrañas se conmovieran amargamente al pensar en tu salud. Mi mente me decía en ocasiones: "Ve a dormir, ella va a estar bien", pero mi corazón, que no entiende de razones, le respondía: "DESPIERTA! Ve si tiene fiebre, si necesita ir al baño o si tiene frío". Es difícil aceptar que creces a cada minuto pero es inevitable verte aun como una niña pequeña... mi pequeña. 

     Cuando las ganas de levantarme para salir a trabajar parecen no haberse cargado durante la noche, te miro ahí, durmiendo plácida y hermosamente al lado de tu mami y recuerdo que todo lo que hago es para poder verte crecer, y feliz; darte siempre lo mejor y esperando que jamás te falte nada y eso me da el ánimo y las fuerzas que necesito.

     Mi pequeña, pese a que hay momentos de difícil aprendizaje, no los cambiaría por nada. Este camino no es fácil, pero siempre opté por tomarlo y maravillarme con todos los logros que me daban estos diminutos pasos. Hoy lo sé y tengo la certeza de haber tomado la mejor de las decisiones. Soy feliz al saber que estás en mi vida y que lo serás por siempre. Eres una niña especial y jamás cambiará. 

     Hijita, te prometo que no habrá día en el que no me esfuerce por el ser el padre amoroso y preocupado que necesitas. Te prometo que, nada de lo que hagas en esta vida me hará sentir menos orgulloso de quien eres y espero que, al igual que yo, puedas ver y decidas desarrollar todo ese enorme potencial que te fue concedido antes de nacer. 

     Amor mío, nadie jamás podrá quitarme ese ansiado y sagrado título que me diste al momento de nacer. 

     Por esto y por todo lo que viene en camino, felices 6 añitos, mi amada princesa.

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